El sistema educativo actual necesita de un cambio fuerte, potente, profundo.
La escuela (y aquí englobo a todo tipo de centro educativo) tiene que actualizarse, acomodarse a los tiempo que corren, acontemporaneizarse. No le queda otra, no hay alternativa: sí o sí. Es una necesidad no una opción.
Las personas que formamos parte del engranaje del sistema educativo estamos hartas de justificarnos ante quien se niega, no quiere, tiene miedo, no le apetece hacerlo.
Es hora, ya, de darle la vuelta a la tortilla.
Hacer las cosas bien no necesita justificación, el acto pasivo sí.
Léase aquí mi reivindicación:
Justifique usted porqué no quiere enseñar a niñ@s del siglo XXI
con metodologías activas y adecuadas a los tiempos.
Dígame por qué lo hace
y le recomendaré un cirujano
que opera sin anestesia
y con técnicas de principios del siglo pasado.
La formación de profesorado también lo necesita.
Es urgente que la universidad y las actividades de formación docente muestren ejemplos reales, factibles y prácticos de lo que debe ser un aula actual.
Si recibiendo clases magistrales se reproducirán clases magistrales, entiendo que recibiendo formación basada en metodologías activas, aprender haciendo, teniendo en cuenta las diferencias individuales, favoreciendo el trabajo en equipo y asumiendo responsabilidades conseguiremos, digo yo, que conseguiremos algo.
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